¿De dónde viene la mente?


Uno de mis más grandes intereses es lograr una comprensión profunda de la realidad, o al menos de sus aspectos más relevantes. Este es el principio de una serie de artículos en la que intentaría explicar lo que llamo "Intuiciones naturales de alta implicación". Básicamente son un conjunto de observaciones que hago sobre la realidad, que percibo constantemente en la misma, a veces bajo una multiplicidad de formas, y que me sirven para crear estrategias de vida y conductuales que mejoran enormemente mi eficacia y bienestar, y cuando no, todavía me dicen mucho sobre una naturaleza que muchas veces conviene conocer.

No puedo asegurar que tales observaciones sean especialmente originales, algunas podrían parecer obvias (tener en cuenta que entender algo fácilmente no es lo mismo que aplicarlo deliberada y sistemáticamente), otras podrían ser o parecerse a leyes científicas establecidas, otras podrían ser consecuencias o implicaciones de tales leyes y, quizás, una o dos sean "originales". No me preocupa, mi objetivo es ubicar las regularidades naturales más útiles y profundas.

Por otro lado, no estoy haciendo ninguna investigación para escribir todo esto, son cosas que percibo o están en mi cabeza, que anoto cuando se vuelven lo suficientemente "grandes" y que, eventualmente, vuelco en estos artículos en mis días libres; podría considerarse la evolución mental natural de todo lo que estudié, aprendí y observé.

Les ofrezco mi intuición #2, su porqué, cómo la uso o podrías usarla en la vida real y una idea sobre cómo podrías aumentar tu inteligencia general.

Intuición #2: La mente

Todo lo que pasa en nuestra mente no es más que una especie de reflejo de nuestros actos y percepciones reales.

Defensa y fundamento

No se imaginan la felicidad que me da escribir esto, ¡es un tema demasiado interesante! ¿Quién no se sintió curioso y confundido, incluso preocupado, por el funcionamiento de la mente?

Hasta me acuerdo del momento en que empecé a pensar más de la cuenta en el tema. Más allá de las confusiones típicas que suele generar, en cierto punto, tipo 23 años, me empecé a cuestionar el asunto de la inteligencia. En aquella época, la gente parecía considerarme inteligente por cosas como ser una especie de mago con las computadoras, daba un poco de vértigo la velocidad con la que las usaba y podía arreglar casi cualquier problema que tuvieran, pero llegó la matemática universitaria de la UBA y mi supuesta inteligencia desapareció 😄.

¿Cómo podía yo ser inteligente si estas matemáticas me estaban dando tanto trabajo? Desde esta primera pregunta en adelante, creo que nunca más dejé de pensar e intentar descifrar la mente, la inteligencia y el aprendizaje.

Hoy, la considero casi un parque de diversiones: puedo gestionarla y moldearla con una velocidad y eficacia que ni yo me creo y la mayoría de preguntas que alguna vez tuve ya no son un misterio, y considero que tal habilidad y estado de resolución viene de las hipótesis que manejo sobre cómo funciona y cuáles son sus principales variables. Al final, ese el piso desde el que yo resuelvo las estrategias mentales y conductuales para adaptarme rápidamente a la gran exigencia con la que suelen venir mis objetivos y a los desafíos que me plantea la vida.

Bueno, una de estas hipótesis es la que propongo en este artículo, y aunque estoy bastante seguro de que muchos la considerarían obvia, no sé si son conscientes de hasta qué punto esto es así, como que uno no le presta mucha atención al asunto y puede llegar a perderse de vista. O sea, esto es como notar que si no hablás chino, mucho menos vas a poder hablarlo en tu mente, pero me gustaría precisar cómo imagino esta dinámica y poner algunos ejemplos.

Por cada acto o percepción real que intentamos o experimentamos, se crearía un reflejo neural, digamos que todo el sistema nervioso participa en esto. Este reflejo sería una especie de modelo interno neuromaterial de nuestro acto o percepción que posteriormente podemos reactivar, probablemente de una forma más débil o relativamente incompleta, y dar vida a nuestra mente. O sea, según lo imagino, la mente emergería de una especie de baile electroquímico continuo que, según el contexto, mantendría reactivada alguna parte de los reflejos existentes; la consciencia estaría, constantemente, en el área reactivada con más fuerza.

Y no se queda ahí, parece que también podemos combinar y activar de manera parcial estos reflejos para crear cosas "nuevas". Y lo pongo entre comillas porque tales cosas no serían realmente nuevas, estarían formadas por una serie de cosas que ya tienen su reflejo neuronal. Si pudiéramos crear cosas totalmente nuevas de la nada, lo que propongo se rompería, pero no creo tener de qué preocuparme 😐. Intentá imaginar un animal "nuevo", te vas a dar cuenta de que todo lo que le pusiste son cosas que ya conocés o percibiste, o más rápido todavía: tratá de imaginar un color nuevo. ¿Se entiende?, tu mente vive en todos esos reflejos que fuiste creando, está atrapada en estos reflejos.

Incluso me animo a decir que no los activamos a voluntad, que se activan completa y automáticamente por contexto, pero ya me estaría metiendo en un tema más complicado.

Un ejemplo impresionante y personal de cuán real parece ser esta intuición es este:

Una vez se me ocurrió que pronunciaba mal la palabra "difícil" (no sé cómo defender esto, jaja, fue durante la cuarentena 😂). Cuestión que a mí no me gusta hacer las cosas mal y tocó practicarla. Bueno, resultó que no solo no logré mi objetivo, sino que terminé pronunciándola peor que antes: me empecé a trabar cada vez que la quería decir. Y acá viene lo interesante: esta mala pronunciación se mudó a mi mente, ¡incluso al querer decir la palabra en mi mente me trababa! Aparentemente, todo indicaría que no habría sido uno de mis actos más agudos, je, pero aparte de lo genial del efecto, me di cuenta de que el aprendizaje de cosas cercanas a las que ya manejás puede crear interferencia con las estructurales neurales ya consolidadas de las mismas, lo que tiene mucho sentido: si ciertas cosas se parecen en el nivel macro, es razonable asumir que también serían similares los reflejos que crearían, y de ahí el problema.

Concluyendo, si esto es tan así como parece, tendría implicaciones enormes:

Si tu mente es mayormente una proyección de tus actos concretos, ¿cuál va a ser el reflejo mental de comportarte de manera quejosa, enojada o preocupada constantemente? La inteligencia fluida, esa con la que nacés, dependería de cuán rápido y bien creamos estos reflejos. Siempre que intentes algo nuevo, que te salga bien sería casi una cuestión de suerte. Más allá de conseguir un resultado aleatorio, la única chance que tendrías pasaría por si eso que querés hacer incluye alguna habilidad o parte de cosas que ya hayas hecho y cultivado anteriormente. Si dejáramos de hablar, y teniendo en cuenta que el desuso suele "limpiarse" tanto en el cuerpo en general como en la memoria en específico, eventualmente ya no podríamos pensar en forma de palabras. (El pensar también podría considerarse una subespecie de acto real, así que probablemente retrasaría la desaparición del lenguaje, pero intuyo que así y todo eventualmente se perdería o al menos degradaría). ¿Se te ocurre alguna idea para lograr un flujo mental limpio o para eliminar esas conductas mentales desagradables en las que a veces caemos?, vamos a las aplicaciones prácticas.

Aplicaciones prácticas

Evolucioná tu marco mental

A la luz de esto, uno entiende que no necesita aceptar lo dado. Ahora la mentalidad se puede trabajar: las personas de buen ánimo y fuertes no lo son porque sí, hay una conducta real que produce su actitud y mentalidad, solo resta tratar de entender qué los diferencia, copiarlos y esperar la actualización.

Por ejemplo, estoy bastante seguro de que la confianza en uno mismo, en buena parte y paradójicamente, viene del éxito. Pero, por suerte, no es tan difícil tener éxito. No necesitás lograrlo en las misiones más locas e imposibles que se te ocurran, podés ir fabricando tu confianza en virtud de una serie de éxitos cómodos e ir aumentando la dificultad progresivamente. Lo importante, la clave conductual de tal efecto (tenerse confianza), es insistir hasta el final (y esto es importantísimo si tenés en cuenta una de las implicaciones que comenté en el apartado anterior): primero porque insistir realmente te va mostrando el camino al resultado y segundo porque, basado en que logra más resultados (y más impresionantes), graba profundamente en tu memoria que, si insistís hasta el final, en general las cosas te salen.

Y esto no es solo un ejemplo, es la historia de mi vida. Yo soy ese tipo de persona que insiste hasta el final, por alguna razón la dificultad solo me alimenta. Si no fuera así, la mayoría de mis victorias personales y sobre las que construyo mi confianza, no existirían. ¿Y cómo podría creer que puedo superar o resolver los problemas más desafiantes si nunca jamás hubiera ganado la más mínima batalla?

Hoy en día pienso y siento que podría lograr prácticamente lo que sea y, en buena parte, le doy el crédito a esta conducta clave que señalé. Esta confianza casi temeraria no me fue dada, en los primeros tramos de mi vida no me sentía de esta forma: es algo que construí comportándome de cierta manera.

También podés modificar tu expresión mental de maneras más específicas. Yo, por ejemplo, ya hace muchos años que no me permito comportarme de manera derrotista, para mí, sentirme triste o deprimido sería casi un acto de indisciplina; prefiero los enfoques de velocidad y frontalidad para procesar lo que me afecta. ¿Cuál es el efecto?, para mí, hoy, es casi imposible sentirme de esa forma, tendría que esforzarme para sentirme de esa forma; tomate un momento para imaginarlo, ¿cómo sería tu vida si incluso los problemas más horribles no pudieran quebrarte?

Las modificaciones de este nivel llevan tiempo, paciencia y esfuerzo, pero pueden cambiarlo todo. Si te interesa llevarlo a la práctica, tené en cuenta que cuantas más acciones concretas ajustadas al efecto que busques desarrolles, más rápido se va a actualizar tu base y conducta mentales.

Superá a las personas que más te dañaron o desilusionaron

Si quisieras o necesitaras olvidarte o alejarte de alguien que te tiene mal, la solución termina siendo bastante simple (puede que lo costoso sea admitirla, más que nada). Lo primero que necesitás es reducir el contacto al mínimo con tal persona, así minimizamos los actos reales que la incluyen y los reflejos mentales asociados dejan de reforzarse y empiezan a decaer. Lo segundo es dejar de pensar en esta persona, ya que, como sugerí antes, los pensamientos ayudan a mantener vivas las estructuras creadas por los actos reales.

En este último paso, lo que más deberías evitar es desarrollar conductas emocionales asociadas a esta persona (como llorar y lamentarte), lo que, si leíste mi artículo sobre las emociones, te resultaría clarísimo. Aunque la emocionalidad, en principio, no tenga nada de malo, viene con una intensidad neuronal que empujaría el resultado en la dirección contraria a la que nos interesa. (Se necesita cierta voluntad para ejecutar este segundo paso, pero, aunque no la logres desde un principio, todavía podría aparecer en el punto en que te cansaste de sentirte mal; acompañarte de todas las cosas que te hacen sentir bien te ayudaría).

En los peores casos, en seis meses ya se produce la mayoría del efecto, al año ya no queda casi nada. El efecto es este: se desconectan las emociones de los recuerdos y ya podés pensar en esta persona como si fuera una más.

Esto también viene de mi experiencia personal. Creé la técnica para olvidarme de alguien con quien creé una conexión emocional muy persistente que no me beneficiaba: el éxito fue rotundo y permanente.

Encará los nuevos desafíos con más tranquilidad

Sabiendo que, en cualquier cosa nueva que intentes, no tenés las mejores chances de hacerla bien desde el principio, la encararías con más tranquilidad. Ya no podría existir la presión de hacerlas bien, sabés que esperar eso no tendría sentido:

Si, por ejemplo, determinada habilidad requiere de todo un juego de estructurales neurales, cultivadas a fuerza de practicarla, que no tengo, ¿por qué esperaría ejecutarla con destreza desde el principio? Acepto que, para empezar, probablemente me saldría horrible y que la virtuosidad vendría en la medida en que vaya atravesando todo su proceso.

¿Te gustaría aumentar tu inteligencia general?

Volviendo un poco a la cuestión que me inició en los temas de la mente, mi respuesta inicial al cuestionamiento sobre mi inteligencia fue

"Bueno, yo pasé muchos años peleándome con las computadoras, resolviendo cada mínimo problema que se me presentara. Es esto lo que debería haber creado la velocidad y la gran intuición con la que las manejo, con la matemática eventualmente pasaría lo mismo".

Pienso que fue una respuesta bastante acertada y que me dejó ver algo que hoy considero un hecho: la inteligencia cristalizada, la que adquirimos al aprender algo, es fuertemente específica; si no me equivoco, la ciencia ya tiene bastante claro este punto. Los aprendizajes no son fáciles de transferir, o sea, ser muy bueno en algo, en principio, solo te hace muy bueno en ese pequeño algo, no te va a resultar fácil extrapolarlo a otra habilidad.

A esto lo puedo conectar con las ideas que estuve desarrollando anteriormente y, además, se me ocurre cierto truco para superarlo.

Volvamos a los reflejos neuronales de los que hablé. Según imagino, cada cosa produciría sus propios reflejos, como si cada acto o percepción tuviera una especie de estructura única que le perteneciera (si otra cosa produjera los mismos reflejos, en realidad estás haciendo la misma cosa, probablemente no la podríamos distinguir de la inicial), y por esto pasaría que tenemos esta dificultad para llevar los aprendizajes de un contexto a otro: cada contexto tendría su propio lugar y toca trabajarlos uno a uno.

Quizás, con el tiempo, uno llegue a construir ciertos aprendizajes núcleo que se comparten con una variedad de aplicaciones, pero no hace falta esperar, ¡se puede forzar!

El truco para superar esta limitación, la especificidad del aprendizaje, es, primero, notar que, de todo lo que podríamos aprender, hay una parte que es muy básica, que se usa con mucha generalidad, y segundo, ubicar y asimilar estos aprendizajes tan básicos (serían los que más aplicaciones tengan en tu entorno).

Entonces, si te interesara volverte más inteligente en una forma general, también debería interesarte dominar

La matemática: Nos enseña a razonar y a resolver problemas en un formato de lo más general, se puede aplicar a prácticamente todo. Casualmente, la vida está llena de problemas y no siempre es fácil incluso comprenderlos, seguramente serías más inteligente si pudieras simplemente aplastarlos. Tu idioma: Estás bañado en tu idioma, lo usamos para casi todo y casi todo el tiempo. Seguramente serías más inteligente si pudieras decodificarlo y ejecutarlo con mayor facilidad, velocidad y precisión. Las habilidades sociales: Este punto prácticamente se explica solo, es muchísimo lo que dependemos de otras personas. Mucho de tus objetivos y éxito como ser vivo probablemente las incluya, y una vez más, seguramente serías más inteligente si fueras hábil para interactuar y vincularte positiva y productivamente con los demás.

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